Lentejas al curry
mayo 21, 2018
Si habéis pasado por el blog en otras ocasiones ya os habréis dado cuenta de que he estado haciendo cambios. Quería mejorar el aspecto y destacar las fotografías. Y ya que me pongo a cambiar cosas he decidido colgar recetas saladas y darle un giro más saludable, aunque seguiré haciendo dulces "normales" e incluso colgaré recetas de pizzas y cosas así.
Cuando me decían que por qué no incluía en el blog recetas saladas les contestaba que para ello necesitaba mucho tiempo. La cocina "de diario" la suelo hacer a toda pastilla porque tengo que marcharme a trabajar. Son platos "de batalla" y muy normalitos así que no suelen ser demasiado fotogénicos. Además, a esas horas, no puedo pararme a fotografiar nada. Aprovecharé los días que tengo fiesta entre semana para hacer cositas "más guapas".
Me va a venir muy bien tener las recetas saladas organizadas porque, como suelo improvisar, cuando quiero volver a reproducir el plato ya no recuerdo todo lo que le puse ni cómo lo hice. Voy a tener que ser más disciplinada y anotarlo todo. Además, esto me servirá para experimentar cosas nuevas.
Qué mejor para empezar a poner recetas saladas que un plato de legumbre. Ya os advierto que colgaré mucha legumbre porque me encanta.
Esta receta la he hecho tanto con lentejas de bote como con lentejas secas. Soy adicta a la legumbre de bote, no necesito más que media hora escasa para tener un buen plato de legumbre. Hay quienes se asustan porque la legumbre en conserva suele llevar EDTA, pero por lo visto la cantidad que contiene está muy lejos de ser tóxica. De todas formas, si laváis las lentejas bajo el grifo, todavía rebajáis más los aditivos. Y si encuentro marcas que no lleven aditivos ya las pondré.
Esta receta la he hecho tanto con lentejas de bote como con lentejas secas. Soy adicta a la legumbre de bote, no necesito más que media hora escasa para tener un buen plato de legumbre. Hay quienes se asustan porque la legumbre en conserva suele llevar EDTA, pero por lo visto la cantidad que contiene está muy lejos de ser tóxica. De todas formas, si laváis las lentejas bajo el grifo, todavía rebajáis más los aditivos. Y si encuentro marcas que no lleven aditivos ya las pondré.
Ingredientes:
Para 4 personas y sobra un poco.
- 2 botes de 500 g de lentejas pardinas.
- Caldo casero (cantidad a gusto según lo caldosas que las queráis).
Sofrito:
- 1/4 de cebolla cortada finamente.
- 1 cucharadita de jengibre fresco rallado.
- 1 diente de ajo grande rallado.
- 1/2 cucharadita de Curry.
- 1 cucharadita de Cúrcuma.
- 4 cucharadas de aceite de oliva virgen extra.
Para acompañar:
- 1 yogurt natural.
- Cebolla cortada en trocitos.
- Pimiento verde en trocitos.
- Pimiento rojo y verde en trocitos.
Elaboración:
- Cortamos la cebolla en trocitos bien pequeños y la sofreímos en una perola hasta que se transparente.
- Agregamos el jengibre y el ajo rallado.
- Añadimos las especias y les damos una vuelta.
- Cuando está todo sofrito le añadimos las lentejas (que previamente habremos lavado y escurrido).
- Cubriremos las lentejas con el caldo de verdura.
- Añadiremos las zanahorias a cubos.
- Dejaremos que se cuezan durante unos 15 minutos o hasta que la zanahoria quede un poco blanda.
- Cuando vayamos a servir las lentejas les añadimos una cucharada sopera de yogur en cada plato y la picada de verduras del acompañamiento.
Un libro:
Mirad, le he estado dando vueltas para elegir un libro y al final me he decidido siguiendo el refranero. Pues sí, aquello de "lentejas, comida de viejas, si quieres las comes y si no, las dejas".
Si le hubieran preguntado si quería comer lentejas a un personaje de Herman Melville posiblemente hubiera respondido "preferiría no hacerlo". En mi opinión, el pobre no andaba muy bien de la cabecica. Cuando lo leí pensé que tenía una depresión de libro. Este cuento, que pasó sin pena ni gloria cuando se publicó, ha adquirido fama y ha sido inspiración para muchos escritores posteriores. Mentiría si dijera que a mí me gustó porque esperaba otra cosa, no sé...más. Pero bueno, lo más interesante es ver "el jugo" que han sacado de él y las interpretaciones que se han hecho. Se ha dicho de él que es un nihilista, un anarquista, reivindicador de la lucha de clases, esquizofrenico...Bueno, que, aunque sea por curiosidad y para saber de qué hablan cuando hablan de él (por eso lo leí yo), merece la pena leerlo.
Al principio, Bartleby escribió extraordinariamente. Como si hubiera padecido un ayuno de algo que copiar, parecía hartarse con mis documentos. No se detenía para la digestión. Trabajaba día y noche, copiando, a la luz del día y a la luz de las velas. Yo, encantado con su aplicación, me hubiera encantado aún más si él hubiera sido un trabajador alegre. Pero escribía silenciosa, pálida, mecánicamente.
Una de las indispensables tareas del escribiente es verificar la fidelidad de la copia, palabra por palabra. Cuando hay dos o más amanuenses en una oficina, se ayudan mutuamente en este examen, uno leyendo la copia, el otro siguiendo el original. Es un asunto cansador, insípido y letárgico. Comprendo que para temperamentos sanguíneos resultaría intolerable. Por ejemplo, no me imagino al ardoroso Byron, sentado junto a Bartleby, resignado a cotejar un expediente de quinientas páginas, escritas con letra apretada.
Yo ayudaba en persona a confrontar algún documento breve, llamando a Turkey o a Nippers con este propósito. Uno de mis fines al colocar a Bartleby tan a mano, detrás del biombo, era aprovechar sus servicios en estas ocasiones triviales. Al tercer día de su estada, y antes de que fuera necesario examinar lo escrito por él, la prisa por completar un trabajito que tenía entre manos, me hizo llamar súbitamente a Bartleby. En el apuro y en la justificada expectativa de una obediencia inmediata, yo estaba en el escritorio con la cabeza inclinada sobre el original y con la copia en la mano derecha algo nerviosamente extendida, de modo que, al surgir de su retiro, Bartleby pudiera tomarla y seguir el trabajo sin dilaciones.
En esta actitud estaba cuando le dije lo que debía hacer, esto es, examinar un breve escrito conmigo. Imaginen mi sorpresa, mi consternación, cuando, sin moverse de su ángulo, Bartleby, con una voz singularmente suave y firme, replicó:
‑Preferiría no hacerlo.Una canción:
Creo que al pobre Bartleby le pega una canción de The Beatles incluída en el álbum Rubber Soul de 1965. "Nowhere man" la escribió Lennon en un momento en el que estaba algo deprimido. Según contó él mismo: "Me había pasado cinco horas aquella mañana intentado componer una canción llena de sentido, que fuera buena, hasta que lo dejé estar y me tumbé. Y al tumbarme me vino "Nowhere man", letra y música, absolutamente todo".
También es una canción de la que se han hecho muchas interpretaciones.
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